domingo, 1 de octubre de 2017

2. ¿EN QUE SE DIFERENCIA CON LA ALFABETIZACIÓN DIGITAL?




La alfabetización digital definida por ICCOM (2007 2) como “el conocimiento y capacidad de manejar herramientas de productividad básicas tales como procesador de texto, planilla de cálculo u otros programas de productividad y tener conocimiento básicos para navegar por Internet, posibilitando así el acceso a la red de conocimientos”, constituirá una necesidad innegable de proveer de acciones de políticas públicas de oferta, pero que no sólo debe poseer dicho foco de atención.
                                                     
Si la alfabetización digital se analizara a través de la taxonomía de Bloom – la cual conocemos se constituye en orden ascendente de desarrollo de los procesos cognitivos a través del conocimiento, comprensión, aplicación, análisis, síntesis y evaluación – se estaría desarrollando sólo hasta el nivel de aplicación. En cambio, Cassany (2005 1) nos ofrece el concepto de literacidad, el cual “abarca todos los conocimientos y actitudes necesarios para el uso eficaz en una comunidad de los géneros escritos”. Como se puede apreciar, en forma explícita nos entrega que dicho concepto es trabajado con otros (comunidad) y que no sólo se limita a los conocimientos, pues reconoce que deben existir ciertas actitudes necesarias para su uso eficaz.



Si comparamos ambas definiciones se puede rescatar un detalle implícito, el cual es que la alfabetización digital como definición es desarrollada por un individuo, en cambio, la literacidad es realizada en comunidad, por lo que se comprende que debe poner en acción muchas más formas de interrelacionarse y, por ello, al aplicar la misma taxonomía mencionada, se puede obtener hasta el nivel de evaluación en su ejecución. Complementando lo expuesto por la literacidad, Neira (2008 2) nos ofrece que “el concepto de literacidad incluye todos los conocimientos, habilidades, actitudes y valores derivados del uso generalizado, histórico, individual y social del código escrito”, lo cual nos entrega las bases para sostener que la literacidad estará abocada al analfabetismo funcional, en cambio, el alfabetismo digital se limitará al analfabetismo digital.

Siguiendo una comparación entre Alfabetización digital y la literacidad, se podría establecer a través de los niveles para la integración curricular de las TICs a las que se dirige. Obtenemos tres diferentes niveles según Sánchez (2002 3) los cuales son:
a) Apresto de las TICs: “Es dar los primeros pasos en su conocimiento y uso. Tal vez realizar algunas aplicaciones, el centro está en vencer el miedo y descubrir las potencialidades de las TICS.
b) Uso de las TICs: Implica conocerlas y usarlas para diversas tareas, pero sin un propósito curricular claro. (…) Las tecnologías se usan, pero el propósito para qué se usan no está claro, no penetran la construcción del aprender, tienen más bien un papel periférico en el aprendizaje y la cognición”.
c) Integración: Es embeberlas en el currículum para un fin educativo específico, con un propósito explícito en el aprender. Es aprender X con el apoyo de la tecnología Y. (…) El aprender es visible, las TICs se tornan invisibles”.

Se comprenderá, por tanto, que el centro de integración de la alfabetización es el apresto, inclusive el uso de las Tics, pero el nivel de integración corresponde a la literacidad.

No obstante, hay que advertir que la literacidad no apunta con crear conocimiento, hacerlo disponible y esperar mejores resultados, pues se debe comprender que el conocimiento añade valor significativamente distinto al exceso de información.





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